Algunos tienen un histórico vínculo con el INTA, otros algunos meses y algunos participan como invitados con sus puestos de plantas y flores en la Feria de los Huerteros del Club Tucumán Central, que todos los segundos sábados de cada mes abre sus puertas a la comunidad. No obstante, todos parecen coincidir con la gran María Elena Walsh y se definen entrelineas como “guardianes y doctores de una pandilla de flores”.
En un recorrido por la edición 76ª de la feria, los viveristas que trabajan con técnicos de diferentes agencias del
INTA Famaillá nos confiesan sus historias de vida y cómo estas se mezclan con sus prácticas en un coctel de cuidados y abono.
Un productor histórico en el INTA es, sin dudas, Juan Carlos Herrare, que junto a su esposa Antonia Rodriguez viajan desde el barrio San Expedito (Concepción) cada segundo sábado del mes para participar de la feria. “
Comenzamos a trabajar con el INTA por medio de una amistad con el ingeniero Santillán y hoy formamos parte de un grupo con la ingeniera Fortini, aunque siempre estuve interesado por las plantas”, recuerda Juan Carlos que tiene su propio vivero familiar.
“
En el grupo -continuó-
asistimos a charlas y capacitaciones; participamos en ferias como esta y ahora en la Fiesta Provincial de la Flor. Recientemente presentamos un proyecto para que el INTA nos provea de insumos para poder producir más plantas y árboles”.
Consultado acerca de la demanda del público, Juan Carlos asegura que “
lo que la gente más requiere son los citrus. Por ejemplo, la papaya recién se está incorporando, pero es necesario introducirla”. Además recomienda que “
es necesario realizar una campaña de concientización sobre los beneficios de la papaya en cada feria, de manera que la gente conozca que crece sola, no necesita mucho espacio y, además, se puede usar como ornamentación”.
En tal sentido, asegura que “
lo que buscamos es fomentar en los hogares estas prácticas e incorporarlas en Tucumán, ya que lo que nos diferencia de los viveros es que nosotros asumimos el compromiso de cuidar a las plantas con amor, aunque a veces es necesario retarlas para que crezcan”.
Por su parte, María Teresa López de los Nogales coincide con la necesidad de ponerle mucho empeño al cuidado de las plantas y nos cuenta que “
hace cinco años que trabajo como promotora de Pro Huerta”.
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La necesidad de criar a mis hijas -prosiguió- me llevo a dedicarme al vivero. Hoy las dos ya son profesionales”. Además confiesa: “
con el INTA participo de todos los eventos y hago vida social, que es lo que más me gusta”.
En tanto, Érica Ruiz representa otra historia en sus prácticas. “
Me enteré por una vecina que venía a vender plantas y me invito a participar, así que hace un mes que vengo desde Alberdi”, nos comenta.
Érica no participa formalmente de ningún grupo, pero está dispuesta a hacerlo. En su relato manifiesta que “
vendo cactus y plantas de jardín así puedo ayudar a mi mamá con lo que saco, una vez que compro los vasitos y los plantines”. Con el compromiso de acercase al INTA, aseguró que “
para el año prometo empezar la secundaria”.
Otra historia es la de Ernesto Gramajo de Villa Alem, San Miguel de Tucumán, que se destaca por la presentación y las distintas formas que exhiben sus cactus. “
Hace años que trabajo con el INTA y formo un grupo con Daniel Pérez, donde recibimos todo tipo de capacitaciones”.
Consultado acerca de la moda de los cactus, asegura que “
supongo que la gente los asocia a la resistencia climática que tienen y, por eso, creen que requiere cuidados mínimos”. En tal sentido, le preguntamos sobre los secretos de su cuidados y con resquemor nos responde que “
solo te puedo decir algunos… no necesita mucho riego y, sólo en época de calor, no requiere mucho abono y resiste al sol aunque es el frio su límite”.
Celoso de su práctica, Ernesto recomienda que “
la gente que compra cactus debe estar al día de los cuidados, especialmente ahora que es época de floración. No se debe comprar porque sí, uno aprende a querer a estas plantas desde el momento que prenden y hasta me cuesta venderlas porque no se qué fin tendrán”.
Además, Ernesto vende bonsáis y describe a sus plantas como “
mascotas con las que uno mantiene una relación, sobre todo cuando más tiempo pasa junto a ellas”.
En tal sentido, Graciela Varela y Norma Mancilla de Alberdi coinciden en que “
hay que hacer de cuenta que son como hijos, hay que conversarles y darles mucho amor”.
“
Nosotras participamos -continúan-
en esta feria y en la de Alberdi dos veces por semana vendiendo ornamentales, aromáticas y frutales, que es lo que más sale, además de las de temporada”.
Graciela y Norma trabajan como promotoras de Pro Huerta (INTA/MDS) hace más de un año y, si bien no forman parte de un grupo dedicado a la temática especifica, mantienen un vivero en sus casas que les brinda la posibilidad de colaborar en sus hogares.
Entre los puestos, Viviana Boydo y Norma Ledesma de La Cocha se destacan por vender coquedamos o, como ellas describen, “el bonsái de los pobres”.
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Le dicen así -confiesan-
por el escaso cuidado y el crecimiento de la planta. Sólo requiere un baño de inversión cuando uno la nota liviana y está seca”.
Además, nos cuentan que son promotoras del programa y, hace años, tienen un vivero en sus casas, al que mantienen con lo que ellas llaman “
técnicas naturales de amor, conversación y sin químicos. Si hasta nos cuesta vender a las más lindas”.
En tanto que Soledad Maldonado y Olga Zamorano de Alberdi, ambas promotoras, agregan a estas técnicas “
mucha luz, así crecen lindas”. En su puesto venden cactus, ornamentales y aromáticas de estación y aseguran que su estudio de mercado les da que la “
gente está volviendo a las costumbres de antes”.
En este sentido, la promotora Celia Cabrere de Alberdi sostiene que para la venta “
es importante mantener el precio y asegurar una excelente presentación, sobre todo en los cactus y ornamentales que más salen”.
Por su parte, Sergio Salto de Villa 9 de Julio, San Miguel de Tucumán, cuenta que “
arranque como coleccionista de cactus y ahora busco perfeccionarme”.
En cambio, a Petronila Márquez de Villa Carmela de la capital tucumana sólo le preocupa una cosa: “
divertirme”. Asegura tener pollitos y un vivero “
pero vengo aquí para entretenerme, por diversión”.
Entre una historia y otra se enredan para manifestarse de todas maneras posibles y en un único sentido, el sentir de María Elena Walsh en su canción: Yo no soy un gran señor pero en mi cielo de tierra cuido el tesoro mejor mucho, mucho, mucho amor.
Extraído de: http://inta.gob.ar/noticias/practicas-y-secretos-revelados-por-los-viveristas-de-la-feria-de-tucuman-central