jueves, 25 de febrero de 2010

Recuperan el nieto número 101 robado durante la dictadura

“Para mí es un regalo, la familia que buscaba”

Francisco Madariaga Quintela contó junto a Abel, su padre, cómo recuperó su identidad después de 32 años


En rueda de prensa, padre e hijo mostraron su alegría por el reencuentro. Francisco dijo que “no tener identidad es como ser un fantasma”. Su padre, el hombre que se sumó a la búsqueda de Abuelas, comentó: “Es un tigre, como su madre”. Silvia Quintela está desaparecida.

Por Laura Vales
Francisco Madariaga Quintela y Abel, su padre, abrazados en la rueda de prensa en Abuelas.
Tienen la misma nariz –grande y carnosa–, la misma frente ancha y los pómulos idénticos, marcados y altos. Viéndolos juntos, uno sentado junto a otro, es imposible no pensar con el primer vistazo que son padre e hijo. Ayer, Abel y Francisco Madariaga contaron en una conferencia de prensa cómo se encontraron después de tres décadas. Abel, el papá, es secretario de Abuelas de Plaza de Mayo y buscaba a Francisco desde 1983. Pero fue el chico el que, ya crecido y convertido en un adulto, finalmente terminó encontrando al padre. A los 32 años, tras haber sido apropiado y criado por un oficial de inteligencia de Ejército, se presentó en Abuelas con la sospecha de que era hijo de desaparecidos, para hacerse los análisis de ADN.
Así se convirtió en el nieto recuperado número 101. En su caso, con la suerte extra de tener vivo a su papá, integrante de la dirección del organismo de derechos humanos –único hombre en un círculo de mujeres– y uno de los responsables de diseñar la estrategia de comunicación para que los jóvenes que sienten dudas sobre su filiación se acercaran a la entidad.
En la sede de Abuelas, donde se realizó la conferencia, Francisco estuvo acompañado por dos amigos, Cristian y Juan, treintañeros como él y que, según contó, fueron claves en la historia (“quiero agradecerles porque me obligaron a venir”, les dijo públicamente). Mezclada entre el público, también estuvo Lucía, su ex novia, que también lo apoyó en el proceso.
Francisco había llegado a Abuelas el 3 de febrero para hacer la consulta. Después, todo fue rápido. El día 4 fue a sacarse sangre para el análisis, y a las dos semanas la Justicia le informó sobre los resultados y le ofreció ponerlo en contacto con su verdadera familia. Resultó que además del padre había un tío (Daniel Quintela) y dos primas (Elena y Mariana) que también lo buscaban.
–Que nuestro encuentro haya sido tan natural va a darles fuerza a otros pibes –vaticinó ayer Abel, el papá–. Es un efecto de siembra; nos llevó tiempo sembrar, pero la cosecha viene cada vez más rápida.
“Un premio”
La historia sobre el nacimiento de Francisco fue relatada por Estela de Carlotto, la titular de la entidad. El joven nació en el hospital militar de la guarnición de Campo de Mayo, en julio de 1977. Su madre, Silvia Mónica Quintela, era, como Abel, militante de la organización Montoneros. Silvia había estudiado medicina en la Universidad de Buenos Aires y estaba haciendo la residencia como cirujana en el hospital municipal de Tigre cuando el 17 de enero de 1977 un grupo de tareas de la dictadura la secuestró. Tenía 28 años y estaba embarazada de cuatro meses.
La llevaron al centro clandestino de detención El Campito, donde la vieron varios sobrevivientes. En julio de 1977 fue trasladada al Hospital Militar, donde le hicieron una cesárea. Silvia dio a luz a un varón al que le puso de nombre Francisco, como quería su compañero.
Fueron las abuelas del recién nacido Sara Elena de Madariaga y Ernestina “Tina” Dallasta de Quintela las que iniciaron su búsqueda y la mantuvieron en los años de la dictadura. Abel, que tras el secuestro de su mujer se había exiliado en Suecia y más tarde en México, volvió a la Argentina en 1983 y se encargó activamente de la búsqueda; así se sumó al trabajo de las Abuelas. Con los años, se convirtió en el coordinador de los equipos técnicos de la entidad, y después pasó a ser parte de su mesa directiva.
“Todos los nietos son queridos, pero éste es un premio para un padre que luchó toda la vida”, definió Carlotto, que en la presentación estuvo acompañada por el secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde.
Mentiras y violencia
En la conferencia de prensa, como era de esperar, hubo lágrimas de emoción. Lloraban los amigos de Francisco, lloraban varios integrantes de Abuelas, lagrimeaba aproximadamente la mitad de los que estaban en el salón mientras la otra mitad respiraba hondo y aguantaba. Abel contestó las preguntas de todos los medios con la voz firme, pero le temblaban las manos. En cambio, Francisco parecía totalmente aplomado: se lo veía alegre, pura sonrisa.
El padre, orgulloso, dijo que el hijo era “un tigre, como la madre”. Y aseguró que físicamente era “muy parecido” a ella “aunque, pobrecito, con algunos rasgos míos”. Francisco relató a su vez que, después de conocerlo, lo primero que hizo fue pedirle una foto de su madre.
Francisco contó, además, su vida con los apropiadores. Fue anotado como hijo propio por un oficial del Ejército, Víctor de Alejandro Gallo, al que describió como un hombre “muy violento”. “Fueron años oscuros, feos”, dijo sobre su infancia. En la familia, integrada por la mujer del militar, Inés Susana Colombo, y dos hermanos, nunca le dijeron que no era hijo biológico, y en su documento de identidad figuraba con el apellido del militar, con el nombre de Alejandro Ramiro, pero aun así, con los años fue acumulando dudas. “No me veía parecido a nadie, y además era una familia violenta, no me dejaban avanzar. No tenía ayuda familiar... por eso pensaba que una familia no podía hacer eso con un hijo propio.”
Así empezó a dar los pasos que lo llevarían a recuperar la identidad. “Lo busqué diez años”, resumió ayer, hablando del padre, pero sugiriendo que ese fue el tiempo que vivió con dudas y sin poder resolver la situación. Finalmente, cuando ya estaba muy avanzado en su búsqueda, la mujer de Gallo le confesó que, como él sospechaba, podía ser hijo de desaparecidos. Le dijo que “lo habían traído de Campo Mayo”, en julio del ’77, y que Gallo “le había dicho que se trataba de un niño abandonado”.
El militar era oficial de Inteligencia del Ejército; durante la dictadura integró el Batallón 601. Recuperada la democracia, Gallo acumuló antecedentes delictivos. En los ’80 participó del robo de una financiera y luego de la Masacre de Benavídez, donde fue asesinada una familia, hechos por los que estuvo detenido. En la actualidad es dueño de la agencia de seguridad Lince. Lo detuvieron el jueves, junto con su ex mujer (ver aparte), acusados de la apropiación. Se sospecha además que, en las últimas semanas, pudo haber estado detrás de dos incidentes que sufrió Francisco.
Antes de terminar la rueda de prensa, Abel pidió hacer dos agradecimientos, “a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi) y al Poder Ejecutivo, porque desde que la apropiación de niños pasó a ser un problema de Estado, hemos resuelto más de treinta casos”.
Le pidieron a Francisco que hablara a los que están en una situación similar a la que él pasó. “No tener identidad es como ser un fantasma”, contestó, “pero encontré una familia gigante, con amor y contención. Eso es lo que buscaba: para mí, es un regalo”.

Extraído de: www.pagina12.com.ar

jueves, 18 de febrero de 2010

Jornadas de capacitación en la Cooperativa Los Plátanos

Programa Argentina Trabaja


Capacitación de trabajo Cooperativa Los Plátanos



En el marco del Programa Argentina Trabaja se están realizando las capacitaciones en diferentes oficios, de la cual participan los 60 beneficiarios de la misma.

viernes, 12 de febrero de 2010

Feria de las Huerteras y Huerteros

La Red Orgánica Solidaria de Tucumán los invita a la Feria de los Huerteros que se realizará en el Club Tucumán Central (La Plata esquina La Rioja)
el 13 de Febrero de 10 a 13.

En la feria podrán comprar hortalizas, plantas, huevos, quesos, dulces y artesanías, alimentos frescos, sanos y naturales producidos en forma orgánica en huertas de toda la provincia; con precios solidarios y accesibles.

Un espacio para visitar en familia donde encontrarán una biblioteca; un lugar especial para los niños y un espacio donde degustar comidas típicas preparadas con recursos tradicionales.

Los esperamos!

jueves, 11 de febrero de 2010

HAITI: La maldición Blanca

Por Eduardo Galeano
31-01-2010 /


Haití fue el primer país donde se abolió la esclavitud. Sin embargo, las enciclopedias más difundidas y casi todos los textos de educación atribuyen a Inglaterra ese histórico honor. Es verdad que un buen día cambió de opinión el imperio que había sido campeón mundial del tráfico negrero; pero la abolición británica ocurrió en 1807, tres años después de la revolución haitiana, y resultó tan poco convincente que en 1832 Inglaterra tuvo que volver a prohibir la esclavitud. Nada tiene de nuevo el ninguneo de Haití.

Desde hace dos siglos sufre desprecio y castigo. Thomas Jefferson, prócer de la libertad y propietario de esclavos, advertía que de Haití provenía el mal ejemplo, y decía que había que “confinar la peste en esa isla”. Su país lo escuchó. Los Estados Unidos demoraron sesenta años en otorgar reconocimiento diplomático a la más libre de las naciones. Mientras tanto, en Brasil, se llamaba haitianismo al desorden y a la violencia. Los dueños de los brazos negros se salvaron del haitianismo hasta 1888. Ese año, el Brasil abolió la esclavitud. Fue el último país en el mundo. Desde la revolución para acá, Haití sólo ha sido capaz de ofrecer tragedias. Era una colonia próspera y feliz y ahora es la nación más pobre del hemisferio occidental. Las revoluciones, concluyeron algunos especialistas, conducen al abismo. Y algunos dijeron, y otros sugirieron, que la tendencia haitiana al fratricidio proviene de la salvaje herencia que viene del Africa. El mandato de los ancestros. La maldición negra, que empuja al crimen y al caos. De la maldición blanca, no se habló. La Revolución Francesa había eliminado la esclavitud, pero Napoleón la había resucitado:

–¿Cuál ha sido el régimen más próspero para las colonias?

–El anterior.

–Pues, que se restablezca.

Y, para reimplantar la esclavitud en Haití, envió más de cincuenta naves llenas de soldados. Los negros alzados vencieron a Francia y conquistaron la independencia nacional y la liberación de los esclavos. En 1804, heredaron una tierra arrasada por las devastadoras plantaciones de caña de azúcar y un país quemado por la guerra feroz. Y heredaron “la deuda francesa”. Francia cobró cara la humillación infligida a Napoleón Bonaparte. A poco de nacer, Haití tuvo que comprometerse a pagar una indemnización gigantesca, por el daño que había hecho liberándose. Esa expiación del pecado de la libertad le costó 150 millones de francos oro. El nuevo país nació estrangulado por esa soga atada al pescuezo: una fortuna que actualmente equivaldría a 21.700 millones de dólares o a 44 presupuestos totales del Haití de nuestros días. Mucho más de un siglo llevó el pago de la deuda, que los intereses de usura iban multiplicando. En 1938 se cumplió, por fin, la redención final.
Para entonces, ya Haití pertenecía a los bancos de los Estados Unidos. A cambio de ese dineral, Francia reconoció oficialmente a la nueva nación. Ningún otro país la reconoció. Haití había nacido condenada a la soledad. Tampoco Simón Bolívar la reconoció, aunque le debía todo. Barcos, armas y soldados le había dado Haití en 1816, cuando Bolívar llegó a la isla, derrotado, y pidió amparo y ayuda. Todo le dio Haití, con la sola condición de que liberara a los esclavos, una idea que hasta entonces no se le había ocurrido. Después, el prócer triunfó en su guerra de independencia y expresó su gratitud enviando a Port-au-Prince una espada de regalo. De reconocimiento, ni hablar. En 1915, los marines desembarcaron en Haití. Se quedaron diecinueve años. Lo primero que hicieron fue ocupar la aduana y la oficina de recaudación de impuestos. El ejército de ocupación retuvo el salario del presidente haitiano hasta que se resignó a firmar la liquidación del Banco de la Nación, que se convirtió en sucursal del Citibank de Nueva York. El presidente y todos los demás negros tenían la entrada prohibida en los hoteles, restoranes y clubes exclusivos del poder extranjero. Los ocupantes no se atrevieron a restablecer la esclavitud, pero impusieron el trabajo forzado para las obras públicas. Y mataron mucho. No fue fácil apagar los fuegos de la resistencia. El jefe guerrillero Charlemagne Péralte, clavado en cruz contra una puerta, fue exhibido, para escarmiento, en la plaza pública. La misión civilizadora concluyó en 1934. Los ocupantes se retiraron dejando en su lugar una Guardia Nacional, fabricada por ellos, para exterminar cualquier posible asomo de democracia. Lo mismo hicieron en Nicaragua y en la República Dominicana. Algún tiempo después, Duvalier fue el equivalente haitiano de Somoza y de Trujillo. Y así, de dictadura en dictadura, de promesa en traición, se fueron sumando las desventuras y los años. Aristide, el cura rebelde, llegó a la presidencia en 1991. Duró pocos meses. El gobierno de los Estados Unidos ayudó a derribarlo, se lo llevó, lo sometió a tratamiento y una vez reciclado lo devolvió, en brazos de los marines, a la presidencia. Y otra vez ayudó a derribarlo, en este año 2004, y otra vez hubo matanza. Y otra vez volvieron los marines, que siempre regresan, como la gripe. Pero los expertos internacionales son mucho más devastadores que las tropas invasoras. País sumiso a las órdenes del Banco Mundial y del Fondo Monetario, Haití había obedecido sus instrucciones sin chistar. Le pagaron negándole el pan y la sal. Le congelaron los créditos, a pesar de que había desmantelado el Estado y había liquidado todos los aranceles y subsidios que protegían la producción nacional. Los campesinos cultivadores de arroz, que eran la mayoría, se convirtieron en mendigos o balseros. Muchos han ido y siguen yendo a parar a las profundidades del mar Caribe, pero esos náufragos no son cubanos y raras veces aparecen en los diarios. Ahora Haití importa todo su arroz desde los Estados Unidos, donde los expertos internacionales, que son gente bastante distraída, se han olvidado de prohibir los aranceles y subsidios que protegen la producción nacional. En la frontera donde termina la República Dominicana y empieza Haití, hay un gran cartel que advierte: El mal paso. Al otro lado, está el infierno negro.

Sangre y hambre, miseria, pestes. En ese infierno tan temido, todos son escultores. Los haitianos tienen la costumbre de recoger latas y fierros viejos y con antigua maestría, recortando y martillando, sus manos crean maravillas que se ofrecen en los mercados populares. Haití es un país arrojado al basural, por eterno castigo de su dignidad. Allí yace, como si fuera chatarra. Espera las manos de su gente.

Extraído de: www.elargentino.com

martes, 9 de febrero de 2010

Bancos comunales de Jujuy

La Asociación Civil Proyecto Jujuy ( miembro de la Red Resol NOA) comenzó a ejecutar en el mes de Octubre de 2009, el Proyecto de Microcrédito , llamado AYNI , que en voz aymará es el concepto de la reciprocidad, "Saber dar y saber recibir"
La operatoria se financia con fondos de la Cooperación Italiana y el PNUD . La metodología que se trabaja es la del BANCO COMUNAL con garantía solidaria. Los primeros créditos se otorgaron en Diciembre del mismo año.
El Banco Comunal es una organización integrada como mínimo por 15 emprendedor@s, que tienen alguna actividad económica (microempresarias), su aval es solidario, garantizando que el conjunto de sus soci@s se hacen responsables del pago del total prestado al grupo.

El primero se llama "Manos Solidarias" y lo conforman 15 compañeros de las 30 Hectáreas en Alto Comedero.


El segundo se llama "Mujeres Unidas" y esta conformado por 21 mujeres del Barrio Barcena en el sur de S.S. de Jujuy




lunes, 8 de febrero de 2010

Actividades en Las Talitas

Las compañeras del Centro Comunitario El Colmenar hicieron un balance de las actividades realizadas en los ultimos meses del año 2009:

1) Vida de Centro


2) Festejos primaverales



3) Cierre de actividades Guarderia Rincon de Luz


4) Festejos navideños



5) Brindis de fin de año - Aquelarre